Sin embargo, el título de «faraón», con su término egipcio ‘casa grande’, solo debería utilizarse en puridad, cuando Egipto llegó a serlo de verdad, extendiendo su poder más allá de su territorio original, que se produjo solamente a partir del Imperio Nuevo, más específicamente, a mediados de la Dinastía XVIII, posterior al reinado de Hatshepsut.
Los faraones
fueron considerados seres casi divinos durante
las primeras dinastías y eran identificados con el
dios Horus.
A partir de la dinastía V también
eran «hijos del dios Ra». Normalmente no fueron deificados
en vida.
Era tras su muerte cuando el faraón se fusionaba con la
deidad Osiris y
adquiría la inmortalidad y una categoría divina, siendo
entonces venerados como un dios más en los templos.
Historia
Egipto de pueblos cananeos, algunos de ellos violentos.
Imperio Nuevo
La siguiente etapa de calma y prosperidad no llegaría hasta el 1500 a. C., con el Imperio Nuevo, momento en el cual llegaron al poder los faraones mejor conocidos, que impulsaron la creación de un enorme imperio colonial en Siria-Palestina (Canaán) y Kush (Nubia), entrando en contacto con los otros pueblos del Oriente Próximo. Sin embargo, también estos reyes estuvieron acosados por un peligro que hacía tambalear sus tronos, que en este caso fue el de los sacerdotes de Amón, que habían adquirido mucho poder. El traslado de la capitalidad al Delta acabaría por convertir al Sumo sacerdote de Amón en rey independiente y daría al traste con la monarquía egipcia.Periodo Tardío o Baja Época
Tras esta
situación, Egipto no volvería a convertirse en un gran imperio. Desde la toma
del poder de los sacerdotes de Amón hasta la llegada de una dinastía fuerte,
la XXVI, pasaron más de cuatrocientos críticos
años en los que convivieron dos, tres e incluso más faraones a un mismo tiempo,
y el país fue invadido por libios, nubios y asirios.
La dinastía XXVI trató de recuperar el esplendor del Reino Antiguo, pero
la inmediata conquista persa desbarataría
todo.
Tras ello, los
invasores aqueménidas, macedonios y lágidas (estos
últimos pertenecen a la llamada dinastía Ptolemaica) trataron de adaptarse a las costumbres del
país y aceptaron ser deificados en vida.
El último faraón egipcio reconocido como tal fue la legendaria reina Cleopatra. El último rey nativo, Nectanebo II había gobernado trescientos años antes, y los faraones ptolemaicos, de origen extranjero, se aislaron en Alejandría y, aunque respetaron las tradiciones ancestrales del pueblo, no tardaron en convertirlos en semi-esclavos. Por ello, no es de extrañar que cuando Egipto pasó a formar parte del Imperio romano, los egipcios no dieran importancia al cambio: los verdaderos faraones habían abandonado a su país mucho tiempo atrás.
¿Quieres saber más acerca de los Faraones?
Pues aquí te he dejado dos vídeos para que conozcas más sobre ellos.